• En Michoacán, el Programa de Agricultura Sustentable tiene el objetivo de restaurar el patrimonio suelo
Morelia, Michoacán, a 16 de junio de 2020.- En América Latina, la sequía ha sido el tercer desastre natural más costoso después de África y Asia, que ha afectado a la agricultura con más de 24 mil millones de pesos en daños; pero lo importante es saber como ciudadanos qué estamos haciendo por frenar este mal que nos aqueja por décadas y que avanza de manera inminente.
Al cumplirse un año más del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación, con satisfacción podemos decir que el Gobierno de Michoacán, a través de la Secretaría de Desarrollo Rural y Agroalimentario (Sedrua), coadyuva con el Programa de Agricultura Sustentable para restaurar el patrimonio suelo, así como con innovaciones tecnológicas que impulsan nuestros extensionistas.
En entrevista, Rubén Medina Niño, comentó lo anterior tras señalar que un equipo de investigadores y científicos de la Universidad de Chapingo y del Instituto Politécnico Nacional, vienen trabajando en la agricultura de la entidad para cuidar y restaurar nuestro patrimonio que es tierra, agua y aire.
Medina Niño comentó que en el campo michoacano, gracias a la visión del Gobernador Silvano Aureoles Conejo, se viene incorporando materia orgánica humificada a la tierra, mediante el compostaje y la lombricultura, así como la inoculación al suelo de un consorcio microbiano que restaura la biología del suelo y mediante bacterias se fija nitrógeno atmosférico.
Detalló que la incorporación de materia orgánica favorece las condiciones de almacenamiento de agua, se incrementa la fertilidad del suelo, además con la aplicación de insumos de especialidad que se suministran vía foliar, como nutrientes y aminoácidos, se aumenta la producción y la calidad de los alimentos.
El funcionario sostuvo que la desertificación es un fenómeno donde las variaciones climáticas y las actividades antropogénicas, conducen a que los suelos pierdan fertilidad, en consecuencia las tierras agrícolas y los ecosistemas pierden productividad, incluso dejan de cumplir con la función de producir bienes y servicios, como: la producción de alimentos; el escenario físico y cultural para la sociedad.
Aunado a lo anterior, los ciclos biogeoquímicos que suceden en la naturaleza, como el del nitrógeno, fósforo, azufre, el almacenamiento de carbono; el almacenamiento y filtración de agua; la provisión de numerosas materias primas para la industria; además del sustrato para diversas actividades humanas, como la urbanización; el hábitat para la biodiversidad, como algas, bacterias, hongos y actinomicetos, además de las plantas superiores y animales, el patrimonio geológico y arqueológico.
Así las regiones áridas, semiáridas y el trópico seco son las de mayor vulnerabilidad a la desertificación.