La perra tristeza de ser mujer y despertar en un país que te odia

Por mucho tiempo pensé que México era un país caótico pero mágico, donde sí, pasaban cosas malas, pero también otras muy buenas.

Creía que la empatía con la que actuábamos ante una catástrofe, era más fuerte que todo. Y me sentía orgullosa.

Conforme crecí, dejé de ver las noticias como historias que pasaban en algún lugar, por allá lejos. Entendí que cualquiera ‘que anduviera en malos pasos’ podría aparecer una mañana en la televisión o en la portada del periódico. Y me sentí a salvo.

Según esto, bastaba con portarse bien -sea lo que eso signifique- para no protagonizar la nota roja… pero si tuviera que hablarle a mi yo del pasado, le diría que esa es la peor mentira porque en México te matan por ser mujer.

Por ser mujer y porque en México se enseña a los hombres a odiarte a ti, y a todas las mujeres que no sean ‘su mamá o su hermana’, aunque a veces su odio es tanto, que ni eso.

Rabia, coraje, repulsión, tristeza, miedo, cualquier lista de palabras que se utilice para describir lo que nos provoca el feminicidio de Ingrid Escamilla, quien fue brutalmente asesinada por su pareja, no alcanzan para describir el dolor de estómago y las profundas ganas de llorar que sentimos muchas mujeres este día.

Porque desde ayer por la noche, una nube negra nos corona y no deja de llover sobre nosotras. Entrar hoy a redes sociales es querer explotar de la rabia cada que alguien defiende al agresor.

Nada justifica que se cuestione como una ‘mujer tan bonita andaba con un viejo tan asqueroso’, como se dice en redes, mucho menos que se insinúe que lo hizo por interés porque el fulano tenía un departamento. Entendamos algo, no sabemos NADA de la vida de las personas.

En 2019, Ingrid denunció a su agresor por violencia ante la Procuraduría capitalina, pero el trámite fue archivado como tantos.

Jamás sabremos por qué Ingrid seguía a su lado, pero era una persona y su existencia bastaba para ser respetada. Con la difusión de las imágenes de su cuerpo nos queda claro su mensaje: las mujeres no merecemos respeto ni vivas ni muertas.

El caso de Ingrid ha sido tratado de la peor forma y cuando crees que ya no puede ser peor, se pone peor.

Las omisiones por parte de las autoridades, los medios de comunicación revictimizándola y la gente con cero empatía compartiendo las imágenes que solo promueven el morbo, porque al parecer, no importa el estado de nuestro cuerpo, somos un objeto de consumo.

No podemos permitir que la última imagen que tenemos de Ingrid sea esa última, porque fue mucho más que eso.

Quiero terminar este texto pidiéndote que tomes partido. Al hablar de feminicidio no hay ninguna justificación que valga, tampoco podemos ser condescendientes con las omisiones de las autoridades y mucho menos es justificable defender a un feminicida.

Ahora y siempre es momento de revisar nuestras violencias y las que nos rodean, es la única forma en que podemos reventar el machismo, aunque sea poco a poco, aunque nos tome toda la vida.

Con información de m.actitudfem.com

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